LAS ZETAS

Z de zapatillas, z de zumo y z de zarrapastrosos… Los dos amigos que el sábado por la mañana decidimos darnos el madrugón para hacer precisamente eso: Las Zetas de la Pedriza. Así se conoce a este sinuoso camino que ofrece algunas de las panorámicas más espectaculares de la Sierra de Madrid.
El sábado por la mañana nos despertamos prontito, preparamos las bicicletas, las engrasamos cargamos el bidón de agua y nos disponemos a salir. El origen, el de siempre: la Plaza del pueblo de Manzanares el Real que utilizamos como inicio y destino de todos nuestros recorridos.

También son comunes a otras “salidas” los primeros kilómetros que recorremos pedaleando antes de que el cansancio haga mella en nuestras piernas… atravesamos el pueblo por la carretera principal, subimos por el Castillo Viejo y seguimos en dirección al Parque Natural al que accedemos por su parte trasera, la que está subiendo la cuesta que queda a la izquierda de la entrada principal.

Empujamos la puerta y ya calentitos empezamos a subir. La primera dificultad que encontramos es la vereda que desemboca en la carretera vieja, la que, a la postre, nos llevará hasta el inicio de as Zetas. No es la primera vez que lo hacemos y ya estamos preparados pero para los “novatos” debéis de saber que esta ruta es prácticamente de subida durante todo el trayecto con muy pocas treguas para el descanso.

Hoy la montaña está transitada. Las nubes que ocultan el sol no han arredrado a los montañeros y excursionistas con los que nos cruzamos a lo largo de toda la mañana. De forma muy poco habitual encontramos un todo terreno que sirve de primer avituallamiento a los montañeros que han iniciado su ruta. Un grupo de unos treinta están preparando su marcha, desayunado y charlando sobre cómo se les va a presentar la mañana.

Nosotros a lo nuestro. Tomamos un poco de agua y seguimos pedaleando para afrontar la segunda parte de las Zetas, la que a mi parecer es la más dura. Llegamos a la entrada y nos sorprenden unos tímidos rayos de sol que desafían a las nubes y que calientan lo suficiente para que algunos montañeros empiecen a quitarse las camisetas.

Sin parar ni un minuto, proseguimos con nuestro ascenso. El carril está más concurrido que nunca y los excursionistas nos dedican los saludos y las bromas de rigor (ya podréis yendo motorizados, cuidado con las raíces que son muy traicioneras, a ver si me vas a pillar que vaís muy rápido…etc).

La verdad es que nunca habíamos visto tanta gente en esta complicada ruta. Pero el distendido ambiente fue un aliciente para subir el ritmo hasta llegar a la torreta eléctrica o de telefonía que marca el inicio de la última parte.

Dejamos el sendero por el que transcurre la “procesión” y nos apartamos de ellos animados y con buen ritmo. Poco podíamos suponer la sorpresa que nos esperaba 500 metros más adelante, un tupido manto de nieve poco habitual en esta época del año. Bajamos al plato pequeño para intentar “capear” la nieve pero todos los esfuerzos son infructuosos.

Lo intentamos una y otra vez, nos bajamos incluso de la bicicleta y seguimos la marcha a pie buscando un rellano que no esté cubierto de nieve. Misión imposible. Cada intento acabó de la misma manera, con nuestros huesos en la nieve.

Así que a desandar la ruta recorrida con nueva tanda de saludos a nuestros compañeros de excursión, incluso a los bomberos que no tuvieron problemas para atravesar los neveros con sus coches todo terreno.

Ellos harían la cima que a nosotros nos negó la nieve. En total empleamos 150 minutos desde que salimos de casa por la mañana. Si no llega a ser por la nieve hubiésemos coronado sin problemas. Otra vez será.

Distancia total en Km: 34,148
Subida acumulada en m.: 1002,37
Altura máxima en m.: 1751,99
Altura mínima en m.: 986,03
pendiente maxima 16.63

Grado de dificultad: Alto