
Son las carreras de montaña una especialidad que de año en año va ganando adeptos. Son la alternativa perfecta para los que nos gusta correr y al mismo tiempo estar en contacto con la naturaleza, a veces en su expresión más extrema.
En cierto modo, las carreras de montaña son un híbrido de atletismo y montañismo donde se encuentran montañeros a los que les gusta correr y competir y corredores a los que nos gusta hacerlo por el monte. De hecho la mayoría de las pruebas que podemos encontrar en nuestro país son organizadas por clubes de montaña. La primavera y el verano son las épocas del año en las que se desarrollan la mayor parte de estas pruebas, buscando la climatología más benigna de las zonas de montaña
Resulta complicado explicar las características de este tipo de carreras, ya que existe una amplísima variedad, en función de la dificultad de los recorridos, de las distancias e incluso de la cantidad de subida o bajada con que cuenten. De esta forma, podemos encontrar desde carreras de pocos kilómetros (no más de diez) en las que se salva un fuerte desnivel en subida, hasta otras de incluso más distancia que un maratón en las que se acumulan grandes desniveles tanto de subida como de bajada. Existen recorridos que transcurren por sendas o caminos que no presentan grandes problemas para correr y otros con zonas de alta dificultad técnica con pisos muy irregulares en los que el correr se convierte en un ejercicio de habilidad.
Es evidente que no es lo mismo correr en carretera o pista que en una carrera por montaña. Hay que pensar que no basta con la capacidad para correr más o menos deprisa, que es suficiente para desplazarnos en superficies llanas y uniformes. Si se trata de correr por montaña, a esta capacidad hay que unir una cierta habilidad para desenvolvernos por terrenos poco estables y agrestes y una cierta dosis de fuerza para poder responder bien en las subidas y bajadas. Lógicamente esto cobra más importancia en la medida que seamos de los que afrontamos estas pruebas con carácter competitivo, que si por el contrario, corremos sólo con el objetivo de disfrutar sin importarnos el tiempo que invirtamos. Por tanto, si somos de los que no nos conformamos con hacer un trote por el monte y buscamos emplearnos a fondo en estas competiciones, hemos de pensar que no basta con ser buenos corredores; ello nos dará ventaja sobre todo en tramos que sean poco técnicos y que nos permitan desplazarnos sin dificultad. Pero en zonas con gran exigencia técnica, en ocasiones hay que echar mano de una cierta valentía y habilidad de la que suelen hacer gala los montañeros que sin ser rápidos corredores, se desenvuelven en estos terrenos como pez en el agua. Es realmente espectacular, y lo digo porque lo he podido vivir en mis propias carnes, cómo en los tramos complicados de bajada, los que no somos excesivamente hábiles, nos vemos superados por verdaderos bólidos humanos a los que hemos dejado atrás en una subida, que saltan de piedra en piedra como cabras montesas.
Es evidente que para ser un buen corredor de montaña hay que tener unas ciertas condiciones genéticas como para casi todo en la vida, sobre todo para afrontar este “pequeño detalle” que constituyen los terrenos complicados y las grandes bajadas. Pero como siempre se puede mejorar con entrenamiento. Vamos a ver qué podemos hacer para conseguirlo.
•Circuito montañoso (o similar). Lo cierto es que la mayoría de los mejores corredores de esta especialidad que conozco, son aquéllos que viven habitualmente en zonas montañosas y realizan sus entrenamientos diarios en circuitos complicados similares a los de las carreras. Estos corredores parten con la ventaja de poder acostumbrarse y adaptarse perfectamente a las dificultades del terreno, realizando todo tipo de entrenamientos ya sean rodajes suaves, cambios de ritmo, series, etc. En mi opinión, es la mejor forma de entrenar este tipo de carreras. Incluso para estos corredores resulta muy importante realizar un adecuado trabajo de fuerza como complemento a la carrera. Los que no podemos realizar nuestros entrenamientos diarios en estas condiciones porque vivimos en ciudades o zonas sin dificultades orográficas, y que en el mejor de los casos sólo podemos acercarnos a la montaña los fines de semana, debemos de agudizar el ingenio para adaptar nuestros entrenamientos lo más posible a las situaciones que nos podemos encontrar en la montaña. Si contamos con un parque o zona con subidas, bajadas, terrenos irregulares, e incluso con tramos de escaleras, como antes indiqué, no debemos dudar en realizar allí los entrenamientos tanto de rodajes, ritmos o series. Las características tanto de longitud como de trazado de la carrera que estemos preparando, marcarán que nuestro entrenamiento contenga más o menos kilometraje, más o menos trabajo de intensidad, al igual que el hecho de trabajar más en subida o combinando ésta con la bajada.
•La fuerza. El trabajo complementario de fuerza cobra una especial importancia para este tipo de carreras, ya que por una parte, en las subidas junto con un trabajo aeróbico adecuado, necesitaremos una musculatura fuerte que nos permita impulsar con eficacia, desde los gemelos hasta los brazos. Igualmente en las bajadas, el contar con músculos fuertes y tendones y ligamentos resistentes y flexibles, nos permitirá afrontarlas con mayor seguridad. Dependiendo de los medios con los que contéis, os sugiero el trabajo en gimnasio con máquinas de gemelos, cuádriceps, femorales, glúteos, etc.
•Poco a poco. Para terminar, sólo aconsejaros que si queréis afrontar vuestra primera experiencia “montañera”, comencéis por una prueba asequible con una dificultad no excesivamente grande, ya que si somos novatos, una carrera excesivamente dura y técnica se puede convertir en un infierno
Fdo: Luis Luque
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